Tejiendo la memoria



El agenciamiento de los recuerdos.
Sigmund Freud , Gilles Deleuze  y Paul Auster

Por Nicolás Castelli

¿Qué es la  memoria?, una aleación forjada en un devenir. El tiempo, como el viento que mueve los médanos, un cúmulo de multiplicidades que en una alianza forma uniones . El mar, la sudestada, la espuma, la arena que pica en las piernas, una gaviota, una madre diciendo: ¡Cuidado!, un espigón derrumbándose, frio, un cable colgando en la calle que desemboca en la playa. Agenciar (Gilles Deleuze) es engendrar enunciados, con trozos diferentes, heterogéneos, de una misma máquina.

La casa del padre de Auster, la muerte, un hijo y un padre, un padre y un hijo, un retrato, una ausencia. Auster está en esa multiplicidad forjada por hechos y escribe, escribe un libro, el libro lo escribe, recuerda para escribir y escribir engendra recuerdos. Enunciado tras enunciado, no son las palabras en sí, no el significante, mucho menos el significado, es lo que engendran, esa aleación, lo que la unión de esos enunciados entrega. No es un sujeto que subyace, no es ese sujeto sino todos, todos los sujetos que trae la enunciación.

Freud propone un modelo de memoria, nos remite al territorio del sueño. Los sueños engendran memorias, fragmentos que se unen, aleaciones, soñar es un agenciar, agenciar que produce una desterritorialización al despertar y posibilita nuevos agenciamientos. El sueño es lo múltiple heterogéneo territorializado, que remite a lo inconsciente. El “Libro de la memoria”, el sueño se presenta y en su devenir provoca un nuevo agenciar que el escritor, va forjando fragmento tras fragmentos, enunciado tras enunciado.

No hay intersticios, no hay secuencias, no hay palabras que digan hechos, ni hechos que coincidan con palabras. Hay enunciados que irrumpen y provocan otros enunciados. Y la memoria se engendra en ese devenir, no está dada, no hay una estructura que la soporte. Es movimiento, devenir, es múltiple.


Sigmund Freud, “La interpretación de la sueños” – Cap. VII -  (1899)
Gilles Deleuze y Félix Guattari, “Rizoma, introducción del libro Mil Mesetas” – (1976) 
Paul Auster, “La invención de la soledad” – (1982)

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