El último grito

Borrosos rostros secos. Crujientes narices rotozas. Perplejos tímidos desgarran rotos trozos de sueños gastados. Los imbéciles no dan cuenta de su humanidad. Los que abanican desplegando un viento sagrado se ríen de los despistados. Los estómagos rugen. Los ancianos ansían el final. Las cabezas adornan cuerpos. Los cuerpos deformados por la mano ajena se repiten a lo largo del paisaje. El óxido carcome los buques, naufragan y los marineros se lanzan a las aguas congelantes sin salvación, sufren enfriando los trozos de carne quebrajados, moviendo sus huesos astillados. El sol quema hasta el dolor de los callejeros. Seis o siente rescatan fuerzas para levantar la última pancarta, el último reclamo entelado, el único anhelo de hoy, de siempre; exclama:
¡DEJEN MORIR!.

eNeCe

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